Los medios de comunicación nos sorprenden un día si, y otro también con noticias sobre actuaciones policiales y detenciones de gentes de dudosa catadura; corrupción, cohecho, prevaricación, estafas y muchos otros actos delictivos se producen a nuestro alrededor.
Truhanes, bribones y todo tipo de sinvergüenzas viven entre nosotros simulando ser honrados ciudadanos mientras desarrollan sus tareas delictivas. Resulta muy difícil reconocerlos y desenmascararlos, incluso para la policía pero andan ahí a nuestro lado ocultos tras unas formas de actuar aparentemente legales.
TORRE TITANIA |
Son muchos los sinvergüenzas y muchas y variadas las formas de actuar; desde falsas compras y ventas inexistentes, hasta pólizas de seguro fraudulentas. Hay toda una larga lista de actividades de estos malhechores. Casos como el Guateque en Madrid, Carioca en Lugo y Gürtel en casi toda España son un claro exponente pero hay otras formas de las que se habla poco:El acoso y extorsión a inquilinos o propietarios de pisos de las zonas antiguas de las ciudades en las que, por lógica, los “solares” son supravalorados. Es un gran negocio derribar viejos, o no tan viejos edificios, para levantar otros más modernos y con mayor aprovechamiento de la superficie.
Al son de lo que algunos llaman “la cultura del pelotazo” y de la actividad del “ladrillo” surgieron, hace ya algunos años, grupos de diversos profesionales poco o nada escrupulosos y entrelazados entre si, para ir haciendo difícil la vida a los inquilinos de estos edificios. Aparecen estos “profesionales” en los barrios con edificaciones más antiguas que son las que suelen necesitar de pequeños arreglos y una vez obtenido el encargo (es decir, hincado el diente en la presa) resulta muy difícil prescindir de sus servicios; los iniciales problemas van encadenándose uno tras otro sin que parezcan tener fin. Lo que parecía una solución se transforma en el problema.
Su objetivo que no es otro que hacerse con el edificio al menor coste posible. Para ello, detectan problemas allí donde no existen o agrandan las soluciones a pequeñas reparaciones y aquí da comienzo el calvario: Una reparación tras otra, pequeñas, por supuesto; otra necesidad, otro profesional y así sucesivamente...Cuando el vecino se quiere dar cuenta se encuentra con la imposibilidad de prescindir de sus servicios pues las obras, reparaciones o actuaciones son ya de obligado cumplimiento para cumplir con las exigencias de la autoridad; de ejecución por imperativo de la ley.
Las técnicas usadas por estos desalmados, son muchas y variadas por ello resulta complicado darse cuenta a primera vista y además es una tarea engorrosa que desanima a cualquier. Hacer frente a tan impalpables e invisibles estafadores, no es sencillo.
Ser precavidos y observar las formas de comportarse y muy importante; para distinguir a los profesionales de los suplantadores hay que acudir a informarse a los Colegios Profesionales en aquellos casos que sean profesiones regladas. No es bueno dudar de todo, y menos desconfiar de todos, tampoco es bueno “pasar” de los asuntos creyendo estar en buenas manos.
Estos “grupos” están muy bien organizados, son difíciles de descubrir, sobre todo porque una vez fijado su “objetivo”, no muestran ninguna impaciencia para no ser descubiertos. No tienen miedo, recato o consideración; solo, les molesta y mucho, que haya publicidad de lo que hacen y que los vecinos se percaten a tiempo; es decir desde el inicio, suele ser suficiente para que abandonen.
El posible promotor o constructor anónimo que suele andar tras estos individuos no gusta de ser descubierto; sus ganancias mermarían si las gentes, generalmente, mayores que habitan en lo viejos edificios se dan cuenta, y la mejor manera de hacerles frente es dar a conocer de forma directa a hijos y familiares directos de todas aquellas “pequeñas reparaciones” que no sean habituales; tejados, escaleras, ascensores etc.
En el Madrid de las letras, más concretamente en la calle Cervantes, un honrado y despistado ciudadano, cayó junto con sus vecinos, en las “garras” de estos malvados “profesionales”
Nada más adquirir un destartalado piso; dispuesto, claro está, a realizar personalmente la necesaria rehabilitación, y estando en lija por aquí, pinta por acá , ...dio comienzo su calvario.
El propietario de uno de los locales quería hacer reformas en su local y para obtener la autorización, ofreció reparar la escalera y habilitar un acceso instalar un ascensor; inicio las obras sin encomendarse a ... y vino sobre él toda la burocracia administrativa municipal, paralizando de inmediato las obras del local ante el supuesto riesgo de derrumbe del edificio, según el dictamen del técnico que le exigieron par redactar y dirigir el proyecto correspondiente. Los requerimientos municipales fueron sucesivamente envolviendo a todos y cada uno de los vecinos del inmueble; que si las ventanas, las contraventanas, la carpintería, la cerrajería, la pintura... Lo que era un edificio seguro que no había dado muestras de derrumbarse, se convirtió en una edificación con un inminente peligro de derrumbe y allí donde nunca hubo problemas, se fueron juntando distintos profesionales; Arquitectos, Ingenieros, Abogados, y aún otros superaban en número a albañiles, fontaneros, carpinteros, electricistas.
Tras largos años de gastos, han logrado finalmente conservar un edificio de más de trescientos de antigüedad demostrando que la única deficiencia hallada fue un desfavorable informe elaborado por un técnico “incompetente” al servicio de los intereses de un promotor-constructor.
Concluyendo, gastaron más dinero en proyectos, licencias, abogados y tribunales que en subsanar las deficiencias iniciadas en una incorrecta obra.
Al loro, como dicen algunos, debemos andar los ciudadanos para no vernos sorprendidos en nuestra buena fe.
La foto del artesonado también es un buen bar por ópera que conozco bien...¡¡¡qué buenas todas esas tardes de sidra y cañas en "EL ESCARPÍN"
ResponderEliminarPues es verdad el ESCARPIN tiene un artesonado que es una joya y conviene verlo antes de empezar con la birra y la sidra
ResponderEliminar